The Silent Route, otra vez – Parte 2

The Silent Route, otra vez – Parte 2

Tras un merecido descanso en el Bungalow del Camping la Morta nos dispusimos a realizar la ruta del domingo que nos llevaría a recorrer la fantástica The Silent Route.

La Ruta

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Hoy nos íbamos a mojar, ya nos lo venía advirtiendo el del tiempo toda la semana. El día amaneció con síntomas de haber llovido por la noche y se respiraba la humedad en el ambiente.

Ejulve (a almorzar)

Salimos temprano dirección a Ejulve, dónde buscaríamos para almorzar, ya que a esa hora en el camping aún no estaba abierta la cafetería.

Aprovechando que saliendo de Aliaga hacia Ejulve volvíamos a pasar por la Central Térmica, esta vez nos hicimos unas fotos desde la carretera con otra panorámica distinta a la de ayer.

Las cosas como son, el complejo impresiona. Es tan grande, y está tan abandonado y estropeado, que perfectamente pasa por cualquier escenario de alguna película dónde los malos montan un tiroteo en una vieja fábrica. La pena es no poder entrar a verlo por dentro pero recomiendo visitar este enlace dónde aparecen fotos de su estado actual.

Desde la Central Térmica de Aliaga hasta Ejulve teníamos una media hora dónde el paisaje no es tan escarpado como el que te encuentras dentro de la ruta pero que, aún así, no decepciona. Recorremos la A-1403 hasta el cruce que llega hasta The Silent Route.

Llegamos a Ejulve y mi intención era almorzar dónde mismo lo hicimos Miguel y yo en mayo, puesto que hay un parking abierto enorme y muy cómodo para dejar las motos pero para nuestra sorpresa, estaba el bar cerrado. 

Volvimos a la general que atraviesa Ejulve y encontramos en plena curva el Bar La Carretera dónde desayunamos muy, pero que muy bien. La única pega que le pondría es que precisamente en esa zona las motos son complicadas de aparcar, por no decir imposible. Mi consejo para el que vaya por allí y se encuentre con la misma tesitura es que aparque en el parking público y vaya andando, apenas hay 150m a pie, 2 minutos vamos.

The Silent Route

Ahora sí que estábamos preparados para recorrer la ruta. Lo primero, obviamente era llegar al principio de la misma, al Monumento de la Cabra para dar fe de que habíamos hecho la ruta.

Mirando al fondo de la última foto se puede apreciar que el cielo en aquella dirección, que era la que debíamos llevar, estaba bastante cerrado. Nos temíamos ya lo peor. Arrancamos de nuevo y continuamos la ruta, la siguiente parada sería el mirador de los Órganos de Montoro. Otro espectáculo de la naturaleza.

Entre las localidades turolenses de Ejulve y Villarluengo se asoman los Órganos de Montoro, un capricho geológico que recibe dicho nombre porque su forma es similar a los “tubos” de un órgano. 

Recomiendo visitar el siguiente enlace y conocer algo más de la historia de dicha formación geológica.

Texto extraído de www.turismodearagon.com

O eres un muy buen fotógrafo o los aficionados como nosotros no somos capaces de captar la inmensidad del paisaje por mucho que lo intentemos. Nunca una de mis fotos en un sitio tan grandioso ha reflejado realmente esa visión que se siente estando allí. Vamos, que vayas a verlo y no te quedes solo con las fotos y este relato.

Nuestra siguiente parada eran los túneles de Pitarque. Al pueblo no llegamos a entrar, no nos hizo falta. Sólo queríamos recorrer el tramo de carretera que se desvía de la principal hasta estos túneles naturales en el camino hacia el pueblo, y que vas recorriendo por el cañón que forma el río Pitarque. Entre ellos hay un rellano dónde parar a echar unas fotos y ver el río Pitarque correr por su cauce.

A estas alturas del recorrido ya había empezado a llover, no demasiado fuerte pero sí con la constancia para mojarte y empezar a estropearte la perspectiva de la ruta al llevar la visera del casco mojada. Para colmo las nubes andaban bajas e impedían disfrutar del cañón a lo largo de la ruta. 

Hoy era el gran día de ruta y el mal tiempo nos la estaba echando a perder. Obviamente esto también nos obligó a rodar más despacio, lo que nos hizo perder un tiempo muy valioso.

Volvimos de nuevo a incorporarnos a la A-1702 para seguir recorriendo la ruta y el agua seguía acompañándonos así que el trazado no dio para hacer ninguna parada más a echar fotos. Eso no significa que no lo disfrutásemos pero, por desgracia, no tanto como nos hubiera gustado.

El frío también iba increchendo hasta que llegamos al final de la ruta y comprendimos a la primera el motivo.

Efectivamente estaba nevado tal y como había “acertado” el del camping. Menuda puntería que tuvo el tío. En fin, ya estábamos allí y no podíamos hacer mucho más que tirar para adelante, no sin antes intentar pertrecharnos un poco más para el frío y el agua.

La vuelta

La previsión de la ruta de vuelta era llevarnos por Fortanete, carretera que se ve tras la moto en la última foto, hasta Allepuz y recorrer el camino de ida al contrario, pero viendo que estaba nevado y lloviendo empezamos a dudar por si encontrábamos placas de hielo, así que tuvimos que repensar la ruta prevista y decidimos dar un rodeo tirando dirección Cantavieja, y bajar por la A-227 hacia La Iglesuela del Cid, Mosqueruela, Linares de Mora, Rubielos de Mora y ya coger autovía hasta casa. Pero no adelantemos que aún nos quedaba comer por el camino.

En Mosqueruela paramos a rellenar los depósitos de las motos y preguntamos dónde comer pero no encontramos nada abierto. Continuamos hasta Linares de Mora dónde encontramos, sin tener que callejear, el Hostal Restaurante 3 Hermanos y allí, tras una larga mañana, mojados y con frío, decidimos hacer un alto en el camino para repostar estos cuerpos que pedían a gritos algo caliente. 

No me cansaré de decirlo, huye de las autovías, introdúcete en lo que llaman la España vaciada, en esos pequeños pueblos de unos pocos habitantes. Busca fonda para comer en ellos y nunca fallarás. Un menú completo a un precio asequible y un trato excepcional.

Se nos hacía tarde y aún nos quedaban unas cuatro horas para llegar a casa y la noche se nos echaría encima. Los puntos de interés que queríamos ver ya estaban vistos, o medio vistos por culpa del clima, así que no nos quedaba otra que buscar la autovía y empezar a recorrer los kilómetros de vuelta lo más rápidos posibles. De aquí en adelante ya no hay mucho que contar, autovía hasta Valencia y de allí por la A-7 hasta Fuente la Higuera y a casa pasando por Murcia haciendo un par de paradas por el camino en gasolineras a estirar las piernas, repostar gasolina y tomar algún café para calentar el cuerpo.

La ruta se había acabado dejando un pequeño sabor agridulce por el mal tiempo. Excusa casi segura para que algún día volvamos a recorrer de nuevo la zona.

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