Lo primero era desayunar, pero al levantarnos en la recepción del hotel no había ni un alma. Como queríamos aprovechar el día al máximo, decidimos tirar kilómetros y desayunar más adelante. Es así como llegamos a Tan-Tan y allí mismo buscamos una cafetería para tomarnos otro desayuno “imperial”. Hay que reconocer que los desayunos allí son muy completos.

Este día teníamos que decidir si podríamos afrontar el mítico puerto de Tizi N’Test o teníamos que olvidarnos de él para regresar por la ruta directa del peaje que tomamos a la llegada a Marruecos. La decisión era complicada pues, aunque habíamos ganado tiempo haciendo más kilómetros de los previstos en etapas anteriores, adentrarse en el corazón del Alto Atlas implica rodar mucho más despacio. Además, el puerto que queríamos atravesar no era un puerto cualquiera, ya habíamos cruzado otros similares en los otros dos viajes, pero este fue duramente golpeado durante el potente terremoto del año pasado. Sabíamos que algunos tramos eran transitables, pero no si todo el trayecto estaría en condiciones. Habían habido desprendimientos, aparte de la gran cantidad de aldeas destruidas, así que todo eran dudas. Si nos embarcábamos, ya no habría marcha atrás, y el ferry de vuelta tenía fecha fija, por lo que tampoco podíamos enfrentarnos a grandes imprevistos.

El terremoto de magnitud 6,8 que sacudió Marruecos el 8 de septiembre de 2023 provocó una devastación generalizada, especialmente en las regiones de Al-Haouz y Taroudant, donde se ubicaba el epicentro. En la provincia de Taroudant, las ciudades de Ameziane y Taznakht fueron las más afectadas. Se reportaron numerosos derrumbes de edificios y daños en viviendas, escuelas y hospitales.

Wikipedia

Dicho lo cual, era cara o cruz o ¡qué coño!, a tomar por culo… Tiramos y que sea lo que tenga que ser… ¡jajajaja! Me temo que no había otra opción posible dado el subidón aventurero que llevábamos.

El planteamiento fue llegar en esta jornada a lo alto del puerto, donde había un pequeño hotel para dormir, y al día siguiente hacer la completa bajada, con más kilómetros, circunvalando Marrakech y continuar hasta donde el destino nos llevase para agotar las horas de luz y seguir ganándole horas al viaje para intentar llegar con soltura a Nador el último día sin imprevistos.

Ya para el mediodía, más cerca de Agadir, el hambre empezaba a hacer mella y estábamos en plena urbe masificada, llena de tiendas, mercados, barbacoas humeantes, un tráfico infernal y el calor que iba en aumento. Paramos en un mercado cercano a proveernos de pan y algo de fruta, volveríamos a hacer un picnic para buscar un sitio tranquilo. Junto a una gasolinera encontramos un aparcamiento con sombra y ahí paramos a descansar y seguir gastando lo que aún nos quedaba en la recámara.

Curiosamente, durante todo el viaje la temperatura había sido espectacular, entre 13º y 20º más o menos estuvimos rodando. Pero llegando a Agadir, este día, y tomando el desvío hacia el interior, la temperatura empezó a subir. Por un momento, a las faldas del Atlas, nos vimos a 30º y al llegar a lo alto del puerto rondábamos los 9º aproximadamente. ¡Menudos cambios!

Un día más, la tirada de kilómetros se nos fue a casi 600, pero mereció la pena pues llegamos con tiempo suficiente para tomar un té en lo alto del puerto, donde el frío pelaba.

De allí volvimos nuestros pasos unos metros hasta el hotel. Un establecimiento afectado por el terremoto pero que con mucho esfuerzo sus dueños estaban terminando de reconstruir y que nos dio un servicio perfecto. Ducha calentita, esta vez sí, para entrar en calor y tomarnos una reconfortante cena, gastando otra de las botellas de vino que Miguel Ángel se había traído para celebrar su cumpleaños.

Y a dormir. Otro deseo cumplido de este viaje. Los días se nos acababan y todo estaba saliendo según lo deseado.

Continúa la historia en el siguiente capítulo…