The Silent Route, otra vez – Parte 1
En mayo de este año hice la ruta The Silent Route con Miguel Ángel y, desde entonces, tenía ganas de volver. También Fernando, así como Pedro y Enrique compañeros de trabajo, no conocían la ruta y la cosa se empezó a poner picantona para volver a repetirla.
Pasó el verano y a principios de diciembre se alinearon los astros para poder juntarnos los cuatro y realizar la ruta.
Como la vez anterior, requería dos días para hacerla, y la idea era aprovecharlos al máximo tanto la ida como la vuelta. Así que aquí empieza la crónica de este segundo viaje al interior de Teruel.
La idea inicial era realizar algunas variaciones con respecto a la ruta de mayo, entre otras cosas porque el punto de salida, en este caso, era desde Cartagena directamente, y en segundo lugar porque nos podíamos permitir el lujo de variar un poco respetando la esencia del viaje que era recorrer la A-1702 que forma la tan famosa The Silent Route.
También teníamos algunas indicaciones de una compañera de trabajo que venía de aquellas tierras y, entre sus recomendaciones y algunos puntos de interés que buscó Pedro interesantes en el itinerario, junto con los que yo ya conocía que era impepinables saltarnos, diseñamos la ruta de este diciembre.
Lo segundo era buscar alojamiento, y en esta ocasión decidimos hacer noche en Aliaga. ¡Exacto! allí dónde el viaje anterior pasamos a visitar la Central Térmica abandonada.
Allí hay un pequeño y acogedor camping (La Morta) en el cual reservamos un bungalow para los cuatro.
Como siempre en estas rutas partimos muy temprano desde Garcerán, las 6:30 serían. En diciembre los días son más cortos y había que madrugar si queríamos llegar de día al destino. Una hora después aproximadamente llegábamos a Yecla tras haber pasado unos kilómetros de auténtico frío. El tramo de la A-33 hasta allí, lo hagas en invierno o verano, a esas horas de la mañana hace rasca. Hay que tenerlo en cuenta porque yo me confié de más y las pasé un poco canutas.
Paramos unos minutos en la gasolinera que hay al entrar a Yecla para tomar otro café calentito a ver si se nos pasaba el frío y continuamos el viaje.
Una hora después pasábamos por Ayora dónde hicimos una pequeña parada técnica cuando vimos que la moto de Fer empezaba a lanzar a chorros desde la parte superior, como cuando te cortan la yugular en TV, un líquido verde.
Al principio nos asustamos todos pero tras un repaso general se detectó que era líquido refrigerante del radiador y que lo expulsaba por la válvula de escape lo que hacía indicar que, tras la revisión recién hecha para este viaje, el del taller había llenado de más el depósito que, al calentarse, expulsaba el líquido sobrante.
Tras dejar que se enfriara un poco la moto por si acaso, continuamos nuestro camino.
Recorrimos la nacional N-330 que pasaría por Jarafuel, Jalance, Cofrentes, Requena y, a escasos kilómetros antes de llegar a este último paramos a repostar gasolina y a almorzar en condiciones para calentarnos en el Bar Restaurante la Brasa.
Continuamos el viaje y a la altura de Utiel nos desviamos por la CV-390 que nos debería de llevar al embalse de Benagéber por una zona de montaña ya más propicio y divertido para nuestras motos.
Entre 1933 y 1953 se construyó el embalse de Benagéber, con una capacidad de 228 hm³ y que ocupa la mayor parte del valle del Turia y parte de los del Regajo y la Rambla, es decir, casi la totalidad de los valles fluviales del término. Los únicos tramos inalterados son el curso del Turia abajo del embalse y la parte occidental de El Regajo.
Nuestro siguiente destino sería Aras de los Olmos a muy pocos kilómetros del embalse. Parar allí era para visitar el Losillasaurus, dinosaurio a tamaño real ubicado al lado del jardín etnobotánico. Fue una especie gigante cuyos restos se encontraron cerca de la aldea Losilla.
Durante los días previos miramos el tiempo cien veces ya que el pronóstico daba agua para esos días y siendo una zona de nieves en invierno nos preocupaba que nos cayera la del pulpo y, aunque el viaje hacia Aliaga nos salvamos del agua, el cielo sí que apuntaba a ello, así que con el miedo en el cuerpo continuamos dirección a Rubielos de Mora dónde se nos hacía la hora de comer lo que aprovechamos para tomar unas tapas. Tampoco era para hincharnos puesto que el almuerzo había sido contundente.
Rubielos de Mora está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España por lo que la visita para comer la aprovechamos también para ver una pequeña parte de su casco histórico. Enmarcado en las murallas que protegían la villa, Rubielos llegó a contar con 7 portales para acceder a la villa de las que todavía hoy, podemos admirar dos, la de San Antonio y del Carmen (S. XIV)
Aún nos quedaba una hora y media aproximadamente para llegar hasta Aliaga así que tras la corta visita continuamos dirección Mora de Rubielos dónde Fer tenía ilusión de hacerse la foto con el cartel a su entrada.
Continuamos hacia Alcalá de la Selva, por dónde nos indicaron que era zona de pistas de esquí y que merecía la pena recorrer por carretera. Es cierto que todo este camino lo recorrí en mayo pero a la vuelta de la primera visita a The Silent Route.
En Allepuz nos desviamos dirección Este hacia la A-226 para continuar dirección Norte por la TE-8008 que pasaría por Miravete de la Sierra, pueblo que nos quedamos con ganas de visitar en el viaje anterior y en el que tampoco nos entretuvimos en este por ir apurados de tiempo.
Por dar información interesante al lector para que no cometa el error de no parar en Miravete de la Sierra diremos que su casco urbano, declarado Conjunto Histórico Artístico, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval de la provincia de Teruel. Destaca la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, construcción de estilo gótico renacentista del siglo XVI.
Hacemos los últimos kilómetros hasta Aliaga a la vera del Río Guadalope que es el mismo que nos da la bienvenida al pueblo y que recorre unos pocos kilómetros hasta la Central Térmica de Aliaga.
Al llegar al pueblo aún quedaba algo de luz y aprovechamos antes de entrar al camping para visitar la central que queda muy cerca y que, además, recorres el trazado continuando la vera del mismo río Guadalope por el que habíamos llegado al pueblo.
Volvimos al pueblo para llegar al camping La Morta que estaba completamente vacío. Prácticamente estábamos nosotros solos hasta la cena que algunos paisanos del pueblo, ya que el camping está junto a él, llegaron al restaurante del mismo a cenar y se llenó, pero en cuanto a parcelas y bungalows estábamos solos.
Tras descargar las maletas después de un largo día, darnos una ducha y ponernos cómodos decidimos dar un pequeño paseo por el pueblo antes de cenar.
Pegada al Camping se encuentra la Ermita Virgen de la Zarza y el cementerio. La Ermita de la Virgen de la Zarza es de estilo barroco del siglo XVII construida en piedra y mampostería, cuenta con tres naves, de su exterior llama la atención las dos torres de sus extremos en la fachada.
Tras el pequeño paseo volvimos al camping y cenamos. He de decir que la atención en el mismo fue de 10. El dueño se portó de puta madre y nos cascó unas hamburguesas de carne de Jabalí hechas por ellos, sino recuerdo mal, que quitaban el hipo, a las que acompañamos con una buena botella de vino. Pasamos un ratico muy bueno de tertulia hasta que el cansancio nos venció y decidimos ir a la cama, ya que el día siguiente se esperaba largo.
Aprovechamos para preguntar al del camping como estaba el tema nieve por esa zona dadas las fechas y nos dijo algo como ……… vaaaaaaa…..llevar cuidado al salir por si hay algo de hielo pero nieve aún no ha caído por esta zona……..aunque la previsión del tiempo seguía chunga. Nos temíamos lo peor para el día siguiente.
4 comentarios en «The Silent Route, otra vez – Parte 1»
Qué ruta más guapa. Bonito documento gráfico y buenos apuntes culturales. Visto así dan ganas de pasar por allí, aunque sea en coche
Gracias. En coche se puede hacer igual de bien, no te quepa duda.