En busca del Chorrador de Otonel y el embalse del Naranjero
Volvemos a esta zona por segunda vez ya que había cosas que nos faltaron por recorrer en la primera incursión.
Como siempre salimos desde Garcerán bien temprano pues hoy nos esperaban unos 530km de viaje. Con Miguel Ángel habíamos quedado pasado Gaudete, en la gasolinera BP. Desde ahí tomaríamos dirección Navalon, de ahí la idea era almorzar en el Mirador de El Majo que ofrece una panorámica espectacular de la Sierra de Enguera. Además en el mirador, bajo un enorme árbol hay instalada una mesa de madera con sus bancos para poder hacer un picnic. Ideal, como he dicho, para almorzar con unas vistas singulares.
Desde el mirador hasta Enguera hay dos formas de llegar. La primera vez que estuvimos en este mirador volvimos nuestros pasos hasta la carretera para llegar a Enguera. En esta segunda nos apetecía recorrer la pista que lleva hasta este. La pista se encuentra en buen en estado ya que a lo largo de ella se encuentras fincas de campo por lo que el paso de vehículos es habitual. Quizás algún tramo que otro peca de exceso de gravilla que puede dificultar un poco su circulación sobre dos ruedas pero nada del otro mundo.
Una vez llegamos a Enguera nuestro siguiente punto a visitar era el Chorrador de Otonel. Los Chorradores de Otonel son un conjunto de bellas y continuas cascadas, naturales, que desaguan en el río Júcar. Se trata de uno de los barrancos deportivos más largos y bonitos de la provincia de Valencia.
Antes de adentrarnos en el Chorrador de Otonel decidimos parar en Millares al Almorzar. A orillas de la carretera principal del pueblo hay un bar que hacen unos bocatas de escándalo.
A la cascada se llega por una estrecha carretera en mal estado. Esta te lleva hasta un puente y, pasado este, te encontrarás un pequeño aparcamiento. Sobre el puente se puede contemplar la cascada y la poza bajo ella. Por una camino de cierta dificultad se puede bajar hasta la poza para darte un baño pero hay que llevar cuidado.
Nuestro camino continuaría ahora, pasado el pequeño aparcamiento, por otro tramo en mucho peor estado. He de decir que este tramos, desde el aparcamiento, está cortado. Hay un pequeño montículo de tierra para impedir que los coches o caravanas pasen, de hecho es desaconsejable total hacerlo con coche porque la carretera es muy estrecha y sobre ella algunos desprendimiento de rocas de grande dimensiones no dejan paso nada más que a las motos o bicicletas. A lo largo de estos kilómetros vas viendo el Río Júcar unos metros muy por debajo y las vistas son espectaculares.
También encontraremos un par de túneles naturales, no son los de Pitarque pero puedo asegurar que se disfrutan tanto como ellos.
Llegamos a la entrada de un túnel cuya puerta de hierro, que está abierta, indicaría en su momento que no se debe atravesar. De hecho no hay salida por el otro lado. Entramos al túnel en total oscuridad. Según avanzamos más oscuro se hace y, al fondo, te ves una pequeña luz que indica el final de este pero, unos metros antes de la salida un montón de rocas apiladas sobre el terreno no te dejarán seguir. El motivo es que justo en la boca de salida se produjo un desprendimiento de la montaña hace unos años que dejó inutilizado totalmente el trazado. Nunca se recuperó pero se puede salir andando por la boca del túnel, pasar por las piedras del desprendimiento sin dificultad alguna, y deleitarse con el Embalse del Naranjero y su presa.
Supuestamente, la otra entrada a la presa, si qué es accesible pero no desde este lado.
Una vez vista la zona nos toca retroceder nuestros pasos para desviarnos, dirección Otonel, y de ahí hasta Cortes de Pallás. Se hacía la hora de comer y sabíamos, por la experiencia anterior, que en Cortes de Pallás podríamos clavarnos si llegábamos tarde.
Desde la entrada a Cortes observamos justo en la otra punta del embalse una zona de esparciendo con muelle incluido, con una pequeña playa para el baño y rodeado de pinares. Decidimos que ahí comeríamos las reservas que llevábamos en las motos.
Llegamos sin dificultad por un pequeño tramo de pista. Mucho ojo porque no se permite bajar con vehículos hasta la misma playa y ya hacía buen tiempo y estaba a tope de gente bañándose. Seguramente será difícil incluso acercarse con las motos en temporada de baño, esta vez tuvimos suerte.
Tras la comida continuaríamos ruta hasta Cofrentes. En esta ocasión en vez de tomar la carretera que pasa por Venta Gaeta y te lleva a empalmar con la nacional N-330 decidimos meternos por unas carreteras más escondidas. En la ruta de Wikiloc puedes ver el trazado.
Hacía calor, en la carretera principal de Cofrentes no encontramos bar alguno y salimos de este, ya que íbamos dirección al mirador de Los Cañones del Júcar, para parar un rato en Jalance, antes de subir al mirador, a reponer líquidos. Desde ahí llegamos al mirador que tiene un muy buen aparcamiento.
Las vistas del los Cañones del Júcar desde ahí está interesante aunque la posición del mirador no deja ver tanto como nos hubiera gustado. Aún así merece la pena desviarse.
Las visitas turísticas del viaje de hoy habían terminado aquí por lo que tocaba volver a casa. La vuelta la hicimos por la N-330 hasta Almansa donde Pedro y yo nos despedimos de Miguel Ángel que tendría un recorrido distinto para llegar a casa mientras nosotros nos desviaríamos por Yecla hasta la autovía que viene de Madrid. De ahí hasta el punto de salida.
528kms que nos dejaron un muy buen sabor de boca en esta ocasión, almuerzo y comida con vistas espectaculares, incluidas.