Sombras del Sahara: Un viaje por las huellas perdidas de España – 3/10
Cuándo, con quién y bajo qué circunstancias
La fecha elegida fue finales de abril de 2024, después del Ramadán y la Semana Santa, para evitar las oleadas de turismo masivo en Marruecos durante esas épocas festivas.
Estaba dispuesto a afrontar este reto en solitario si nadie más se animaba, pues buscaba desentrañar la historia de mi padre, una motivación que entendía podría no generar mucho interés ajeno. Sin embargo, me generaba inquietud emprender solo esta aventura, y no podía presionar a nadie para que me acompañara dadas las características del viaje y la creciente inestabilidad en la zona debido a los enfrentamientos entre Marruecos y el Frente Polisario.
Incidentes entre Marruecos y el Frente Polisario
De hecho, a finales de 2023, en plena organización de este viaje, las noticias alertaban sobre un claro recrudecimiento del conflicto en la región. Se reportaron varios ataques con lanzamientos de misiles por parte del Frente Polisario en los sectores de Mahbes, Esmara y Farisa, a los que Marruecos respondió con fuego cruzando la frontera hacia territorio saharaui, causando bajas. A lo largo de diciembre, y enero de este año, se sucedieron otras noticias similares, elevando la tensión bélica en la zona pese a que los enfrentamientos se mantuvieron muy alejados de las rutas turísticas costeras.
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Esta creciente violencia en los meses previos al viaje generaba preocupación sobre los riesgos potenciales del viaje y no sólo me hizo dudar sobre el mismo a pique de cancelarlo sino que, y esto me generó más preocupación aún, condicionó seriamente la elección de posibles acompañantes para una aventura que parecía no estar exenta de peligros.
Sin embargo, y buscando un halo de esperanza para no anular el viaje, durante esas mismas semanas de preparativos también me sumergí en distintos canales de YouTube de otros viajeros que en 2023 habían realizado con éxito la misma ruta que teníamos en mente, recorriendo sin mayores sobresaltos la costa atlántica del Sáhara Occidental e incluso llegando a Mauritania. Sus vídeos y relatos mostraban una zona costera ajena a las tensiones bélicas que azotaban el territorio cerca de la frontera con Argelia, muy alejada esta de la ruta turística del país, ofreciendo paisajes desérticos de paz y una aparente normalidad para los turistas.
Estas imágenes y testimonios apaciguaron en parte mis temores iniciales. Si otros habían logrado realizar el viaje sin contratiempos en esos meses entendí que, aun con la debida cautela, podríamos hacerlo nosotros también.
Así pues comenté tales circunstancias con los amigos más allegados con el fin de que, si alguno daba un paso al frente, estuviera al tanto de la situación. Fue mi buen amigo Miguel Ángel, con quien llevo años recorriendo kilómetros en moto, el primero dispuesto a acompañarme, pero con una condición: “Si vamos allí, que seguramente será la primera y última vez que pueda hacerlo, mi mayor ilusión es fotografiarme con el cartel del Trópico de Cáncer”, situado a unos 550 kilómetros al sur de El Aaiún, siguiendo la estela de la costa atlántica y quedándonos muy cerca de la frontera con Mauritania.
Era obvio que si Miguel Ángel se sumaba, tendría que cumplir su deseo, lo cual hacía aún más emocionante el viaje, pues nos llevaría a visitar otras ciudades que antaño estuvieron bajo dominio español, y ya puestos, yo también ansiaba esa emblemática foto bajo el cartel del Trópico.
El segundo en unirse sin dudarlo fue Gabriel, a quien conocí en mi primer viaje a Marruecos y con quien desde entonces he forjado una excelente amistad y recorrido miles de kilómetros juntos. Incansable viajero, curtido en diversos países de aventura, con un buen dominio del francés que facilita los desplazamientos por Marruecos, y una fuerza interior inagotable que lo convierte en un puntal fundamental para afrontar este tipo de travesías, incluso en este territorio tan desértico.
La tensión bélica entre Marruecos y el Frente Polisario había ahuyentado a otros amigos que me hubiera gustado que se sumaran, pero la razón pudo más que el corazón y no estaba dispuesto a insistir. El grupo estaba hecho, con Miguel Ángel y Gabriel a mi lado estábamos preparados para adentrarnos con prudencia en esas tierras desérticas, engullidos por la adrenalina de perseguir nuestros anhelos de aventura y descubrimiento.
Sigue disfrutando de este emocionante viaje en el siguiente capítulo…
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