Despedidas y nuevos horizontes

Último día de nuestro reencuentro y vuelta a casa, no sin antes marcarnos un regreso muy interesante:

El tercer día comenzó con un delicioso desayuno en el hotel, incluido en el precio. Tras reponer fuerzas, sacamos las motos a la calle y, a petición del dueño del local, le hicimos unas fotos para que tuviera publicidad de nuestro paso por allí. De esto dejamos que se encargara Joaquín que es el experto en poses, y vaya que si salieron chulas.

La ruta desde el hotel la emprendimos dirección norte, hacia Ohanes, por la AL-3404. El trazado revirado y con unas vistas espectaculares nos brindó una experiencia de conducción inolvidable.

Al llegar al cruce de Ohanes, paramos para echar una foto al cartel del pueblo, ya que un familiar del linaje de Fernando había sido de esta tierra.

Unos metros más adelante, siguiendo nuestra ruta, nos detuvimos en el mirador de Canjáyar. Desde esta perspectiva, se podía observar el gran contraste entre el blanco pueblo alpujarreño, el fértil Valle del río Andarax y las agrestes laderas de Sierra de Gádor, un macizo montañoso con cumbres que rondan los 2.000 metros y que impide ver el Mar Mediterráneo desde este punto.

Continuamos por la AL-3404 hasta Abla, pueblo donde Gabriel y María, que aún nos acompañaban, tomarían el camino de regreso a su casa. Allí nos despedimos de ellos, agradeciéndoles su compañía y continuamos hasta la salida de Aulga. Aquí perderíamos también a Fernando, que por cuestiones familiares debía estar en casa a la hora de comer.

El resto, Miguel Ángel, Andrea, Juan, Joaquín y yo, que teníamos más tiempo, decidimos rutear el resto del día. Subiríamos al observatorio de Calar Alto, ya que Andrea no lo conocía y queríamos darle la sorpresa de ver tantos telescopios juntos.

El día estaba despejado, pero los primeros kilómetros de subida nos hicieron algo de viento que, afortunadamente, según avanzábamos cesó y nos dejó disfrutar de este trazado. El asfalto de este lado de la ladera no era tan bueno como cuando se sube desde Velefique, así que había que subir despacio y sin prisa.

Al llegar a lo alto, disfrutamos, como cada vez que subimos ahí, de las espectaculares vistas que ofrece el paisaje y de los majestuosos telescopios que vigilan el cielo desde lo más alto de la cordillera.

Picaba el estómago y decidimos bajar dirección a Bacares, donde aprovechamos para hacer un almuerzo-comida en el conocido “Hotel Restaurante Las Fuentes”.

Desde ahí nos dirigimos hasta el siguiente punto emblemático y altamente fotografiado de la zona, El Alto de Velefique. En este blog lo habrás visto varias veces, al igual que los telescopios, pero es que si recorres esta zona no puedes perderte este trazado.

Desde ahí bajamos al pueblo a través de sus interminables curvas, algunas casi imposibles de 360º con las que poner a prueba las ruedas de la moto.

Tras esto, paramos en el famoso restaurante “Ruta 66” de Tabernas, donde nos dividiríamos: Miguel Ángel y Andrea recorrerían por el interior la vuelta a casa y Juan, Joaquín y yo lo haríamos por la costa que nos venía mejor.

Y así es como terminaron tres días de curvas infinitas, cadenas montañosas de vértigo y, como siempre, buena compañía. Un viaje que nos había servido para reencontrarnos, para disfrutar de la conducción y para tomar decisiones importantes.

Agradecimientos

Quiero agradecer a todo el equipo su compañía, sus risas y sus anécdotas durante estos tres días. Gracias a ellos, este viaje ha sido inolvidable.

También quiero agradecer a Gabriel y María por su sorpresa y por haber formado parte de este reencuentro.

Y a Andrea que en esta ocasión le “robó” la moto a su padre para estrenar que, con su carnet, ya podía llevar motos de alta cilindrada mientras que Miguel Ángel alquiló otra motarraca para que su hija pudiera acompañarlo cada uno en una moto.