
La Transpirenaica: Del Mediterráneo al Cantábrico – 1/5
Introducción
Hay viajes que se convierten en un antes y un después. No solo por el paisaje, ni por los kilómetros, sino por la experiencia de recorrer de punta a punta una cordillera que lo tiene todo: mar, montaña, pueblos con historia y curvas infinitas.
La Transpirenaica es una de esas rutas míticas. Desde el Cap de Creus, en el Mediterráneo, hasta el faro de Higuer, en el Cantábrico. Dos mares, tres días y una línea de asfalto que atraviesa los Pirineos de este a oeste.
No es una ruta que se improvise. Tampoco es una aventura imposible. Es, simplemente, uno de esos viajes que todo motero sueña con hacer alguna vez. Y este año nos tocaba a nosotros.
Este relato está dividido en varias etapas. Aquí encontrarás no solo el recorrido, sino también las anécdotas, los aciertos y los errores que hacen de cada viaje algo único. Si es la primera vez que llegas al blog, ponte cómodo: vamos de faro a faro.

Etapa 1 · Cartagena – Figueres: la autopista interminable
Toda gran aventura nace de una frase lanzada al aire. Una chispa.
«Este año hago la Transpirenaica. Solo o acompañado, pero la hago».
La frase fue de Pedro. Y, como siempre, bastó con encender la mecha para que saltaran las respuestas:
«¿Cómo que te vas a ir solo? De eso nada. Para que te pase algo por ahí… Cuenta conmigo. Eso sí, mi mujer me va a matar, ya veremos cómo lo justifico».
La escena me resultaba familiar. Un año antes, con mi reto personal de llegar en moto al Sáhara, estuve dispuesto a hacerlo solo si nadie se unía. Al final, dos colegas dieron el paso y nos lanzamos juntos. La crónica de aquella experiencia la tienes también en este blog.
Y como no hay dos sin tres, había alguien que no podía faltar: Enrique. Jubilado, compañero de rutas desde hace años con Pedro y conmigo. Con él la conversación fue todavía más breve:
«Enrique, no hagas planes para la última semana de agosto. Nos vamos a los Pirineos con las motos».
Así quedó cerrado el equipo.

El plan era claro: un día de subida desde Cartagena hasta Figueres, tres días de faro a faro —del Mediterráneo al Cantábrico— y dos más para volver a casa. Un calendario ajustado al máximo.
Además, después de un agosto abrasador —de los más duros que recuerdo, con más de 43 °C en el sur de España—, confiábamos en que el Pirineo nos recibiera con un poco de fresco.
Los preparativos empezaron con antelación: ruedas nuevas, cambio de aceite, la cadena que me tocaba sustituir… Detalles que parecen menores hasta que te das cuenta de lo lejos que estarás de casa. En un viaje sin margen para imprevistos, conviene minimizar riesgos. Por supuesto siempre desde mi taller de confianza, Garaje 13.

El día de salida no tuvo nada de especial. Sabía que el esfuerzo vendría más adelante, así que lo sensato era reservar fuerzas en la ida. La autopista de la costa, gratuita hasta Figueres, parecía la mejor opción.
La realidad fue otra: calor sofocante, retenciones eternas, motores al rojo vivo… y nosotros zigzagueando entre turismos, autobuses y camiones para abrirnos paso.
Las áreas de servicio tampoco ayudaron: abarrotadas de turistas, precios de aeropuerto, baños que mejor no describir. Una mala elección de ruta de la que hoy me arrepiento.
Todos los moteros lo sabemos: a veces no queda más remedio que tragar autovías, pero no es lo nuestro. Lo nuestro son los pueblos, las carreteras secundarias, ese bar de carretera donde te sirven un bocata descomunal a precio popular. Nada de eso vimos aquel día. Solo 733 kilómetros de asfalto monótono. Una lección aprendida para la próxima.

Salimos de Cartagena a las seis de la mañana y llegamos a Figueres a las ocho de la tarde. Hotel reservado, motos guardadas, ducha reparadora… y después, lo mejor del día: brindar con unas cervezas frías celebrando que, ahora sí, estábamos al inicio de la Transpirenaica. El bar Sentits Gastrobar fue el elegido para reponernos.

Con energías recuperadas, sabíamos que al día siguiente tocaba madrugar de nuevo. Pero esa es otra historia que te contaré en el próximo capítulo.
Antes de cerrar esta etapa, un apunte práctico: la ruta inicial la tomé de un track de la web de BoxRepsol. Estaba planteada en sentido inverso, pero encajaba perfectamente con los tres días de que disponíamos. Solo hubo que hacer algunos ajustes para adaptarla a nuestro recorrido.
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