Camino de Leyenda: De Villas Medievales a Paisajes de Ensueño 3/4

Camino de Leyenda: De Villas Medievales a Paisajes de Ensueño 3/4

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Penúltimo día de nuestra aventura a través de paisajes portugueses y españoles. Hoy tocaba la despedida de parte del equipo. Gabriel, con la mirada puesta en el sur, iniciaba su descenso hacia casa. Juan, con la agenda marcada por compromisos laborales, debía emprender un regreso directo. Fernando y yo, afortunadamente con un día más de margen, podíamos estirar un poco más este viaje. Además, aunque no lo había mencionado hasta ahora, mi fiel compañera de viaje, esa dolencia de espalda fruto de largas horas frente al ordenador, a menudo se intensifica sobre la moto, limitando el disfrute pleno de cada kilómetro. Este viaje, precisamente, lo he afrontado con la ayuda de analgésicos que, si bien no borran el dolor, me permiten sobrellevarlo y seguir rodando. Por ese motivo, la idea de un regreso directo a casa desde nuestra ubicación actual no era prudente; el dolor, a estas alturas, me habría impedido cubrir tantos kilómetros de golpe.

Dicho esto, Juan, con la hora de llegada marcada al mediodía, fue el primero en partir. Aún estábamos entre sábanas cuando un suave toque en la puerta anunció su marcha. No hubo tiempo para una despedida formal.

El frío exterior a esa hora temprana, alrededor de las siete de la mañana, era gélido, rozando los cero grados. Lo sentimos en carne propia al acercarnos a nuestras motos, que habían pasado la noche a la intemperie y lucían una fina capa de hielo que tuvimos que retirar con cuidado.

Poco después, los demás nos pusimos en marcha. Para no perder tiempo en el hotel, decidimos desayunar más adelante en cualquier local que encontráramos abierto. Sin embargo, el intenso frío matutino nos obligó a buscar refugio y calor antes de lo previsto. Por suerte, encontramos un hotel cercano a la carretera cuyo restaurante nos ofreció un reconfortante café caliente.

Ahora sí, con la mente más despierta y el cuerpo entonado, emprendimos esta nueva jornada. El plan de ruta era acompañar a Gabriel hasta las cercanías de Herrera del Duque, donde él tomaría su camino de vuelta a Huelva, mientras Fernando y yo continuaríamos hacia Ciudad Real y, poco después, hasta Almagro, el destino elegido para una inmersión en su rica historia. Dejamos atrás Gredos por la N-502, descendiendo suavemente entre serenos pinares y horizontes que se abrían ante nosotros, mientras las cumbres nevadas quedaban a nuestra espalda como un último y majestuoso adiós de la sierra. La carretera nos guio hacia el sur, ganando velocidad en amplias curvas, hasta que el relieve se suavizó y el paisaje se transformó en extensos campos bajo cielos infinitos. Alcanzamos Talavera de la Reina, un cruce de caminos en la transición hacia tierras más cálidas, y desde allí seguimos rodando en dirección sur, sintiendo cómo el ritmo del paisaje se volvía más pausado.

Pronto divisamos la tranquila superficie del pantano de Cijara, donde decidimos hacer una parada sobre la presa. El entorno se desplegaba en un silencio evocador, reflejando el cielo límpido sobre sus aguas serenas. Un cartel llamó nuestra atención, anunciando la entrada a la Reserva de la Biosfera de La Siberia. No esperábamos encontrar un lugar con ese nombre en este rincón de España, así que la curiosidad nos llevó a investigar un poco. Descubrimos entonces que se trataba de un extenso territorio ubicado en el noreste de la provincia de Badajoz, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2019. Esta región sorprende por su intrincada red de embalses, su rica biodiversidad y ese aire remoto que le confiere una sensación de naturaleza salvaje y auténtica.

Pasado Herrera del Duque, llegó el momento de despedirnos de Gabriel, que tomó su ruta de regreso a Huelva, mientras Fernando y yo continuamos nuestro camino por la N-430 rumbo a Ciudad Real. Tras muchos kilómetros sin detenernos, hicimos una parada técnica en una gasolinera a las afueras para repostar nuestras monturas. Aprovechamos también para pedir consejo a la amable empleada, quien nos recomendó un bar en el centro donde disfrutamos de una comida abundante y sabrosa. El almuerzo nos sentó de maravilla, recargando nuestras energías para afrontar el tramo final del día.

La tarde nos condujo hasta Almagro, la única parada cultural programada para hoy. Fernando, con su habitual interés por la historia, había investigado sobre la ciudad y su relevancia, y fue su entusiasmo el que me convenció de incluirla en nuestra ruta. Aparcamos las motos cerca del centro y nos dirigimos directamente a su célebre Plaza Mayor.

La Plaza Mayor de Almagro

Con sus características galerías acristaladas en madera verde y sus soportales corridos que invitan al paseo, la Plaza Mayor de Almagro se erige como una joya singular del urbanismo castellano. Su aspecto actual data del siglo XVI, cuando la influyente familia Fugger, banqueros alemanes al servicio de la Corona, impulsó importantes reformas en la ciudad. En este emblemático espacio se encuentra el Corral de Comedias, una joya del teatro barroco que se conserva asombrosamente tal y como era en 1628 y que continúa ofreciendo representaciones en la actualidad. Es un lugar donde la historia aún se representa sobre las tablas, y donde cada rincón evoca siglos de cultura y una profunda pasión escénica.

Después de pasear tranquilamente por la plaza, saboreando ese instante de conexión entre la historia y la belleza arquitectónica, llegó el momento de dar por concluida la jornada en carretera. Nos dirigimos hacia el complejo “Alojamiento Los Delfines”, cerca de Valdepeñas, donde habíamos reservado un pequeño apartamento para pasar la noche.

Con el cansancio acumulado de tantos kilómetros, decidimos no salir a cenar. En su lugar, nos acercamos a un supermercado cercano, compramos provisiones y regresamos al alojamiento. Allí, en la tranquilidad de nuestro apartamento, compartimos la cena y las anécdotas del día, revisamos algunas de las fotografías capturadas y aprovechamos el momento para esbozar los planes de la última etapa de nuestro viaje. La vuelta a casa estaba cerca, pero aún nos quedaba una última jornada para disfrutar sobre nuestras motos.

Continúa en el siguiente artículo…

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