Alpujarras: Reencuentro bajo el sol andaluz (Día 1)
Un equipo unido por la pasión por las dos ruedas
El año 2024 prometía una nueva aventura para el equipo motero que el año anterior había recorrido las tierras marroquíes. Las propuestas se multiplicaban por WhatsApp, pero ninguna terminaba de cuajar. Las mil opciones sobre el destino y la necesidad de una reunión presencial para despejar dudas impulsaron la idea de una escapada de fin de semana.
Repartidos por el sur de España, de este a oeste, ¿qué mejor lugar para reunir al equipo que Las Alpujarras granadinas? Un punto intermedio que permitiría verse las caras, disfrutar de la conducción y tomar decisiones en firme.
Un viaje contrarreloj
Con el fin de semana marcado en el calendario (del 3 al 5 de noviembre), el tiempo comenzó a dar señales de empeorar en la zona oeste y centro del país. Las fuertes lluvias pronosticadas suponían un problema para Gabriel que rápidamente generaron preocupación en el equipo. Sin embargo, ante la decisión de Gabriel de que siguiéramos adelante pese a que él no pudiera asistir y que ya estaba todo organizado decidimos tirar para adelante y hacer el fin de semana
Rumbo a Guadix: Un punto de encuentro estratégico
El equipo de Cartagena y el de Elche nos embarcamos a la aventura. Ambos tomaríamos rutas distintas de ida por nuestras ubicaciones y horarios de trabajo.
Un primer día lleno de curvas y contrastes
Joaquín, Juan, Fernando y yo partimos desde Cartagena. La ruta elegida nos llevó por las serpenteantes curvas de la N-332 en dirección a Águilas.
A continuación, un tramo de costa de gran belleza nos esperaba: Carboneras, Villaricos y Garrucha, antes de adentrarnos de nuevo en el interior hacia Tabernas. El fuerte viento que se levantó a esa hora, junto al polvo de la zona desértica de Tabernas y el sol de frente, dificultó la conducción en moto.
Finalmente, tras recorrer un tramo por la A92, llegamos al hotel Mulhacén en Guadix, donde Miguel Ángel y Andrea ya habían hecho acto de presencia. Tras los abrazos y saludos iniciales terminamos de darnos una ducha y ponernos cómodos para bajar al bar del hotel a tomar unas cañas.
Como era de esperar nuestro tesorero de cabecera sacó la billetera para recaudar el fondo que ponemos siempre que nos juntamos.
Tras ello, un paseo por el pueblo nos sirvió para buscar dónde cenar y encontramos una taberna pequeñita, típico de la zona, donde nos pusieron una cena de escándalo que a la hora de dormir aún nos estuvo dando batalla.
La satisfacción de habernos reunido el equipo de marruecos casi al completo se empañó por la tristeza de la ausencia de Gabriel, un pilar fundamental que se hizo notar.
Con las pilas medio cargadas y la mente puesta en la larga ruta del día siguiente, nos fuimos al hotel a descansar. Las Alpujarras nos esperaban con sus paisajes y curvas desafiantes.