Comienza la aventura, de nuevo

Comienza la aventura, de nuevo

Me llamo Ángel, de oficio mitad administrativo, mitad informático, y un poco de maestro liendres “que de todo sabe y nada entiende”.

De adolescente, entre los 14 y los 20 años aproximadamente, empecé a tontear con las dos ruedas. Entre vespinos y pequeñas scooter de 49cc que empezaban a despuntar en aquella época pasé mi adolescencia. A veces haciendo el imbécil con la moto para impresionar a cualquier chavalilla de mi edad, a veces haciendo el imbécil también simulando carreras entre nosotros creyéndonos Ángel Nieto o Sito Pons. Aquellos maravillosos años cuánta diversión nos dieron a la pandilla.

Éramos los reyes del mambo. Con dos destornilladores, unos alicates y cuatro llaves contadas éramos capaces de desmontar por completo los motores de aquellas pequeñas máquinas de 49cc. Las “trucábamos”, cuando entonces se podía, para que parecieran bólidos, bueno, para ser sincero con el paso de los años me he dado cuenta de que eran pequeños bólidos pero que a nuestra edad parecía que corrían como demonios.

Luego llegó el coche y por la que entonces era mi scooter del momento, una Suzuki Adress de 49cc, empecé a perder interés. El coche era otra cosa. Llegaba más lejos, más calentito y más cómodo para intimar con mi novia. Y aquello terminó con mis andadas sobre dos ruedas hasta unos años más tarde.

A principios de 2009 y por vicisitudes de la vida uno de los vehículos familiares sufrió un percance que costaba más dinero repararlo del que entonces tenía ahorrado y para solventar temporalmente el problema decidí que lo más sensato en ese momento era adquirir una scooter de 125cc para poder ir a trabajar. Aún no disponía de carnet de moto, así que esa 125 era lo único que podía conducir con el de coche.

Y aquí comenzó una nueva etapa sobre dos ruedas. En aquella época para buscar moto ya andaba preguntando en los foros y fue precisamente en el Club Burgman donde encontré asesoramiento y el principio de lo que fue una gran amistad entre foreros moteros que quedaban una vez al mes para realizar rutas por toda la geografía española.

Pronto fue lo que tardé en darme cuenta de que la 125cc no me iba a llevar muy lejos junto a las Burgman 650 que eran mayoría en el club y contra las que, por mucho que yo quisiera, la 125cc le costaba alcanzar. En cuatro meses ya me sentía que las dos ruedas habían cambiado mi forma de ocio y me daban una libertad y un compadreo que el ordenador de mi puesto de trabajo no era capaz de darme.

En esos cuatro meses también decidí que la 125cc había sido un error y que debía dar el salto a la 400cc. Hubiese querido la 650cc pero tampoco me llegaba el presupuesto. Hice un esfuerzo económico, me saqué el carnet de moto, vendí la 125 y compre la Burgman 400 que ya me daba para ir a rueda de mis compañeros del club.

Y como la moto es una pasión tampoco tardé mucho en darme cuenta de que quería más. En unos pocos meses ambas monturas se me habían quedado pequeñas. El nene quería más moto y el presupuesto seguía igual de ajustado. Volviendo a hacer un pequeño esfuerzo vendí a los seis meses la 400 y compré una Burgman 650 de segunda mano que me acompañó durante un montón de años. Aproximadamente desde el 2009 hasta el 2017 anduve en aquella Megascooter que tantas satisfacciones me dio.

Pero claro, las motos no se que tienen que te joden la razón para que actúe el corazón. Con los años el cuerpo me pedía cambiar de montura y de estilo, y las maxitrails rodaban por las carreteras a cientos, y me hacían ojitos. Tenía ganas de cambiar pero por mi talla de corte bajo me daba auténtico pánico subirme a un bicho de esos. Pero las ganas pudieron más que el miedo y por el 2017, con una estabilidad económica mejor que la de antaño, compré una VStrom 650 pero no vendí aún la Burgman 650 por si aquel amor a primera vista no funcionaba.

Error, nuevamente cometí el error de no ir a la grande y quedarme con la pequeña. Al mes de conducir la VStrom ya estaba disfrutando como un enano de ella y la Burgman 650 ya cogía polvo en el garaje.

Seis meses después decidí que quería más moto y entregué la Burgman 650 y la VStrom 650 al concesionario y por un poquito más me llevé a casa la que actualmente sigue siendo mi VStrom 1000, adaptada en altura para que un tipo bajito como yo pueda conducir semejante máquina.

En estos 11 años he disfrutado de rutas impresionantes, amigos y muchos kilómetros a lomos de mis motos.

Con los años voy olvidando mis primeros viajes de los que me hubiera gustado dejar constancia, aunque conservo miles de fotos, pero ya es tarde para arrepentimientos y, tras la primera y gran aventura a Marruecos en abril de 2019, mis amigos me animaron a que la contase.

Así que, por ellos que me llevan aguantando muchos años, comienzo este blog en el que espero, si el tiempo me lo permite, ir escribiendo mis aventurillas en moto, casi todas dentro de España, aunque la primera que aparecerá en el blog, como veréis, será la gran aventura de visitar Marruecos y, como iréis viendo más adelante, la que me hizo cambiar el chip, una vez más, y querer hacer cosas más importantes, más lejanas, más emocionantes con mis dos ruedas.

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